La calle lucía desierta, a excepción de unos cuantos carros que pasaban camino a sus casas.
Miré el reloj: 9:27 pm.
Aún faltaban unas detestables horas aquí. Debía irme a las once, y esperar un taxi para poder ir a mi departamento. Vi un grupo de chicos caminar riendo por delante de la heladería, me miraron y decidieron entrar, no los confundí, eran los detestables chicos que estudiaron conmigo años atrás, uno de ellos había sido mi novio, eran cinco.
-¡Mackenzie!- gritó el emocionado.
-¿Qué?- contesté fría.
-Sabes que quieres estar conmigo- sus amigos rieron.
-No mucho, Harry...- contesté y me levanté para caminar hacia donde estaban ellos.
-¿Por qué tan sola esta noche?- uno de sus amigos preguntó y se acercó.
-Debo trabajar...
-Yo te recomendaría tener más cuidado- Harry caminó hasta la puerta-, vi a unos hombres con armas caminando por esta calle.
-Muy gracioso, pero ya te puedes ir.
Los chicos salieron. A decir verdad, los vi distintos, más físicamente que mentalmente. Estaban extremadamente pálidos, pero con el frío que hacia no tenía de que extrañarme.
Llegaron las once de la noche, salí de la heladería, debería ir caminando, era imposible que un carro pasara por aquí a esta hora.
Vi al menos cinco bultos un poco más allá. Caminé desconfiada y al llegar pude ver que eran los cinco cuerpos de mis compañeros, los que había visto hace unas horas, llamé a la policía y luego fui a mi casa.
Al despertar al día siguiente prendí las noticias, aún seguía un poco asustada.
-La hora de muerte de los cinco chicos- anunció el de las noticias- fue a las 9:20.
Me quedé paralizada. 9:20... Los chicos que había visto anoche estaban muertos.
Mvg.
